La niña y las rosas
Una linda niña de oscuro cabello y ojos grandes,se pasaba la vida sembrando rosas, las rosas màs hermosas jamàs vistas. Ella las vendia para llevarle de comer a su madre enferma y sus hermanitos.cierto dia una anciana se le acercó a la niña cuando recogía las flores y le dijo:
-hermosa niña, tienes algo de comer? Es que hace varios dias que no pruebo alimento.
La niña, que tenía un corazón hermoso, le dijo que no tenía nada de comer, pero que la acompañara a vender las rosas. Cuando las rosas estuvieron vendidas compró tres panes, uno para ella y su familia y los otros dos para la anciana, ya que ella pensaba que como era joven podría vender más rosas al otro día, mientras que la anciana no podía trabajar.
La anciana agradecida le dió una bolsita con unas semillas y le dijo que las sembrara esa misma noche.
La niña sembró las semillas, y al otro día cuando amaneció, salió como de costumbre a recoger las rosas y se llevó una gran sorpresa. De las semillas que le dió la anciana brotaron unas rosas hermosas , más hermosas que las que recogía todos los días,y en abundancia.
La niña empezó a vender cada día más y más rosas, y sacó a su familia de la pobreza,y no se olvidó de aquella anciana que aunque nunca la volvió a ver le agradece todos los días por la bolsita de semillas.
El león y el ratón
Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reir y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.
Días atrás le dijo , te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.
Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán
Juanito jugaba a la pelota con su amigo Pepe, al lado de un río y en un lance del juego, la pelota se les cayó.
El río era muy peligroso, pues raro era el año que no se ahogara alguna persona en él.
Los padres sabedores de lo peligroso que era, siempre les aconsejaban a sus hijos que no se bañaran en él, si no estaban ellos allí.
Los dos niños con tristeza miraban como el río, dando salpicones se llevaba su pelota y se quedaban sin juguete para jugar. Aunque pensaron meterse en el río para cogerla, se acordaron de los consejos de sus padres y prefirieron perder la pelota y no otra cosa.
Juanito, que era el dueño de la pelota (con temor), le dijo a su padre como la había perdido y este, creyendo que su padre le iba a regañar, se quedó sorprendido, cuando el padre le dio un beso y le compró, la mejor de todas las pelotas.
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